Tuesday 17 August 2010

El editorial del El Faro: "Viaje a Brasil"

El encuentro empresarial Brasil-El Salvador, que ocurrió en Sao Paulo el nueve de agosto, sigue teniendo repercusión en los medios salvadoreños. El respetado sitio de noticias centroamericano, El Faro, dedicó su editorial de esta semana para comentar sobre el evento, sus perspectivas y lecciones de esta íntima relación entre el "Gigante del Sur" y el "Pulgarcito de América" que está en gestión por lo menos desde 2008 y que cada vez gana más forma.

He hecho algunos comentarios críticos sobre el texto de El Faro, que reprodujo abajo con los párrafos de mi autoría que responden al párrafo inmediatamente arriba en letra negrita.

VIAJE A BRASIL

La reciente reunión en Sao Paulo entre delegaciones salvadoreñas y brasileñas de gobierno y empresarios arrojó resultados extraordinarios. La delegación salvadoreña, que partió hacia Brasil en momentos de gran tensión entre empresarios y el gobierno, regresó entusiasmada de la relación entre el gobierno de Lula y los principales industriales del estado de Sao Paulo.

La reunión dejó varias lecciones para los salvadoreños, casi todas expresadas por los empresarios brasileños: la primera es que un gobierno de izquierda puede convivir muy bien con la empresa privada; la segunda es que la principal responsabilidad de los empresarios es pagar impuestos, y pagarlos bien; la tercera es que la iniciativa privada es complementaria de la inversión social del Estado; y la cuarta es que, por ende, la mejor inversión de un empresario es en la estabilidad social de un país y en la mejora de las condiciones de vida de la población.

Esta segunda lección de los empresarios brasileños aún debería ser aplicada a ellos mismos. Según el más reciente estudio sobre ocultación de impuestos del Instituto Brasileiro de Planejamento Tributário (IBPT) las empresas brasileñas dejan de pagar cerca de 111 mil millones de dólares cada año (200 mil millones de reales), lo que corresponde a 25% de su facturación. Es cierto que hubo una disminución desde el año 2000, cuando los números representaban 32% de la facturación de las empresas, pero el índice de ocultación aún es alto, particularmente entre las grandes empresas, que ocultan 27% del total encubierto, especialmente en el sector industrial.

Para ponerlo en términos atractivos para los grandes empresarios salvadoreños: El aumento en la calidad de vida de una población garantiza a las empresas mejores empleados, más y mejores consumidores, más seguridad y menos amenazas para sus negocios.

Es cierto que el empresariado brasileño últimamente ha adoptado este discurso, lo de “acabar com a exclusao e nao atender os excluidos”, Pero no deben súper-dimensionar su papel. No serán las empresas que acabarán con la exclusión social, sino un estado integrado e integrador, eficiente, no corrupto, donde el sector empresarial sea una pieza en la máquina y no su resumen, En un ambiente donde aun hay que combatirse el básico, la ocultación de impuestos, es mucha petulancia (o mala fe) pensar que sus fundaciones e institutos – que son esencialmente estrategias de amenizar el peso tributario - tendrá papel relevante para acabar con la exclusión.

El Estado, pues, tiene un rol fundamental que jugar en las dinámicas económicas de un país, pero necesita recursos. En esto, también, la administración de Lula ha sido ejemplar, creando un clima favorable a las inversiones pero transformando radicalmente la redistribución de los ingresos para combatir la pobreza.

¿Transformando RADICALMENTE la redistribución de los ingresos para combatir la pobreza? No, señoras y señores, perdón desapuntarlos pero Brasil está lejos de cualquier transformación radical todavía.

Políticamente, el gobierno de Funes ha recibido un importante e indiscutible respaldo público del poder brasileño. Tanto de su presidente como de su sector privado. Lula, sin duda el líder latinoamericano más respetado y reconocido en el mundo, tiene un enorme crédito político y lo ha puesto a favor de Funes. Ojalá esta muestra de apoyo a políticas de inversión y de redistribución del ingreso ayuden a darle al actual gobierno la fuerza suficiente para hacer de una vez por todas lo que tanto han pospuesto: una verdadera reforma fiscal, un cambio de visión de las estructuras del poder y la consolidación de procesos de fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa.

Funes anunció la creación de una banca estatal; un nuevo impuesto sobre seguridad que pide más de quienes más tienen; y un pacto fiscal. En principio parecen buenas iniciativas, que necesitan ponerse en marcha cuanto antes.

Pero hay algo más en lo que Funes podría, y debe, superar a Lula: en la transparencia y el combate a la corrupción. Esto es muy importante para combatir otra lacra que ha impedido el desarrollo de El Salvador: la impunidad.

Cabal. También análogamente a Brasil.

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